Todo hombre guarda algún secreto: aquí, el de los ostricultores, es que respetan tanto las lagunas como sus ostras.
EL OSTRICULTOR
Trabajar como ostricultor, en contacto con la naturaleza, es una pasión más que una profesión. Se trata de un oficio que requiere adaptarse continuamente a las condiciones de la naturaleza, una condición indispensable para “criar” este frágil molusco en el mar de Gruissan y la laguna en Leucate. Este centro ostrícola se inscribe en una lógica muy familiar y artesanal. Un total de 32 familias se encargan de criar 8 caballetes de ostras. El 80% de la venta del molusco se hace de forma directa, lo que permite establecer un contacto con los profesionales del mar. La ostra sigue siendo todo un éxito: se trata de un ostión con una carne firme, fina y un delicioso sabor a avellana. Poco salada, hace las delicias de muchos consumidores.