Gracias a este rodete podía realizarse el intercambio hidráulico entre el mar y la laguna de La Palme, necesario para la actividad de las salinas. El salinero es el “alma” de la salina y el que guía las aguas durante kilómetros. Conozcamos a este mago que transforma el agua en sal y que preserva los espacios naturales.
LAS SALINAS DE LA PALME Testimonio de una actividad antigua y profundo soporte de la identidad del territorio, las salinas de La Palme, con sus 400 ha, se encuentran actualmente en fase de restauración. El retorno de la producción de sal en este lugar restablece los vínculos con la historia económica y empresarial del territorio, además de mantener vivo un entorno húmedo y particularmente rico. Este ecosistema, caracterizado por la abundante presencia de plantas halófilas y numerosas especies de pájaros, es frágil y su conservación depende del mantenimiento del componente salino. De tal modo, las salinas de La Palme constituyen al mismo tiempo un lugar de producción y un entorno natural excepcional, que funcionan en perfecta armonía y se benefician mutuamente.